Descripción
DANIEL KUNTH//GEDISA
Durante miles de años, los seres humanos hemos contemplado sobrecogidos el firmamento. Esa bóveda infinita despertaba temor, respeto e invitaba a las ensoñaciones. El cielo siempre se mantuvo en silencio, entregándonos extraños mensajes, invariablemente codificados, pero nuestro lenguaje e imaginario siempre sintieron la necesidad de comunicarnos con él. Las palabras del cielo están ahí, discretamente entretejidas en nuestro lenguaje cotidiano, como «desear» (del latín desiderare: dejar de contemplar la estrella) o «desastre» (del italiano disastro: mal astro). Si nos paramos areflexionar en ellas nos sumergiremos en el origen de la palabra y de nuestra necesidad de comprender.
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